sábado, 19 de mayo de 2018
REPASO.
Desde la antigüedad la sociedad civilizada fue violentamente dividida en dos grandes clases: una mayoría condenada de por vida al trabajo duro, que no solamente trabajaban para sobrevivir, sino también para producir un excedente respecto a las inmediatas necesidades familiares o de la comunidad, y una “minoría noble” que rechazaba el trabajo manual de cualquier tipo y cuya vida estaba consagrada a su elaborada “realización del tiempo de ocio”, usando las sarcásticas palabras de Thorstein Veblen. Una mínima parte del excedente iba para
la financiación de obras públicas que beneficiaban a la comunidad, pero la gran mayoría del excedente iba para el disfrute privado, bienes y materiales de lujo, y al ostentoso mando sobre un gran ejército de siervos y criados, concubinas y amantes. Pero en la mayoría de sociedades, probablemente, la mayor parte del excedente era invertido en la alimentación, el armamento y las operaciones generales de la
megamáquina militar.
Lewis Mumford. El mito de la máquina.
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