domingo, 6 de octubre de 2019

INFORMATIVOS.


La ideología de los modelos, que sólo un grupito entiende cómo se fabrican, y la ideología de sus resultados, presentados siempre como fatídicas curvas exponenciales de catástrofes infinitas,  nace con el elitista Club de Roma en los años 1970. Esta ideología maltusiana, que se las da de objetiva, es en realidad un asunto de ricos a los que les viene bien desmoralizar a la población con esta filosofía antihumana y, además, falsa. 
Desgraciadamente es lo que ha imperado en estas últimas décadas, gracias al ecologismo abrazado por la izquierda y por la derecha.

Antón Uriarte. Climatológo.





The Economist, en un artículo de hace casi 15 años, afirmaba que existia una pauta que se repetia en todas las alarmas medioambientales. 

El primer año, un científico descubre una posible amenaza. En el segundo año, los perodistas la simplifican y la exageran. En el tercero, se suman los ecologistas o los movimientos radicales que polarizan el tema: ante una amenaza a la supervivencia del planeta o te rebelas o eres un lacayo del sistema. El cuarto año es el del burócrata, que organiza conferéncias internacionales para pasar de los aspectos científicos a la reglamentación. En el quinto año, se trata de indentificar al culpable de todo y sancionarlo. Habitualmente són los Estados Unidos, però también Rusia (los CFC y el ozono) o el Brasil (la deforestción). El sexto año és el de los escépticos, que dicen que no hay para tanto. Los radicales se indignan y se quejan que los medios se hagan eco de posturas marginales contrarias al “consenso científico”. Pero en ese momento, el científico que dió la alarma suele encontrarse ya entre los escépticos. Finalmente, al séptimo año, toca hacer marcha atrás silenciosamente, y con mucha discreción se adopta la conclusión de que el problema no era tan grave.

Blogs L2N.





"Mientras tengamos Capitalismo, este planeta no se va a salvar; porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres», expresaba Berta Cáceres, auténtica ambientalista y luchadora social hondureña, asesinada por oponerse al saqueo capitalista. 

Chico Méndes, otro auténtico ambientalista, defensor de la Amazonía y luchador social asesinado para callar su voz de consciencia de clase, para intentar frenar la organización política de los desposeídos, ya señalaba, antes de ser asesinado, las imposturas del "GreenWashing" (al que por entonces no se llamaba con ese término, pero que ya existía). 
Contra el capitalismo y su Maquillaje Verde, también había alzado su lucha Macarena Valdés, ecologista Mapuche asesinada por defender a la jnaturaleza y a la comunidad, por enfrentarse a la multinacional RP Global, de capital austriaco, que promueve la energía que vende como "renovable y sustentable", tras participar del ecocidio y genocidio contra el pueblo Mapuche. 
Los luchadores contra la depredación de la naturaleza son miles, sus voces no son mediatizadas y sus vidas suelen ser cortas porque son truncadas por las herramientas represivas al servicio del capitalismo transnacional.

Cecilia Zamudio.


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