domingo, 22 de enero de 2012

ECOS DE SOCIEDAD.


El origen de los conceptos y de los símbolos
es la expresión de la propia vida y su fenomenología.
Los encontramos por todas partes en los restos
arqueológicos de las antiguas culturas
humanas, culturas de celebración o recreación de la vida.

Hay una continuidad asombrosa en las imágenes,
en el tiempo y en el espacio,continuidad que
también se ha comprobado con los estudios de las
lenguas pre-indoeuropeas; pero esta continuidad
se interrumpe, haciéndose discontínua con la aparición
de las sociedades esclavistas y el cambio de orden social.

Hoy, en el umbral de una nueva era de la esclavitud
más devastadora de cuantas la humanidad haya podido
conocer, hay una profusión de obras de encargo destinadas
a borrar dicha discontinuidad.

Borrar o ignorar la discontinuidad sirve para que
los conceptos y los símbolos que expresaban
la fenomenología de la vida, se conviertan en
fuente de legitimación de los símbolos
de la esclavitud y de la guerra.

La espiral ha sido un símbolo de la sexualidad
desde que la humanidad empezó a expresarse
con imágenes y signos.
La lucha por aplastar la sexualidad de la mujer
en las sociedades esclavistas fue también una lucha
por destruir y usurpar sus símbolos, la espiral,
la serpiente, el pez, el toro, las aves...
Los dioses y los héroes solares, que representan
la dominación masculina, matan al toro
(el dios hindú Mitra), a la serpiente, al dragón, etc.,
o los convierten en demonios; y a las cuatro espirales
la convierten en la esvástica, el Sol en rotación.



La antropóloga Martha Moia, con su preciosa metáfora
de la urdimbre y la trama de las telas, ha hecho una
descripción precisa de cómo eran los grupos humanos
en todas las culturas y civilizaciones previas al patriarcado,
señalando su universalidad; es decir que en todas partes
los grupos humanos se organizaban de la misma manera;
no en cumplimiento de ley o de religión alguna,
sino porque todos los grupos humanos se formaban
según el sistema libidinal que en condiciones normales
rige las relaciones humanas.

Casilda Rodrigáñez.

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