Ya casi muere el día
y la tarde porfía
en ser alud de enredaderas,
de brisas y colores,
de suspiros
que insisten en volar cuando te miro.
Y las flores...
Así la noche llega de improviso,
ligero el tiempo teje su camino,
mis ojos no te ven, pero adivino
el preciso lugar que te entretiene.
Es soñando cuando todo se detiene,
cuando viene el amor sin ser llamado,
cuando queda el suspiro,ya callado
detenido en brocal de amaneceres.
Alumbra el día y nada ya es lo mismo,
temblando queda al borde del abismo
la sensación fugaz que me sostiene,
la sombra del halago, el gesto breve
del cercano calor casi olvidado
tras el azar de los pálidos quehaceres.
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