-¿Quiere decir que en círculos políticos y financieros hay
más psicópatas que entre la población normal?
-Por supuesto que sí. Docenas de políticos de alto nivel
deberían claramente estar en la cárcel. Son psicópatas, pero no puedo decir
nombres. Tengo impresiones, y muchas. Pero debería aplicarles mi test. Me
gustaría estudiar a algunos más a fondo. Y eso complicaría mucho la vida de los
políticos honrados.
-¿Cómo puede la sociedad defenderse?
-Es prácticamente imposible para la sociedad defenderse de
eso. Porque son ellos los que, además, hacen las reglas, dictan los principios
y gastan millones para explicar al mundo que lo que hacen es fantástico. No sé
lo que podríamos hacer. Para esto las elecciones no sirven. La gran mayoría de
las personas no funcionarían bien en estos puestos. Lo dejarían, no servirían.
No quiero decir que todo el mundo en esas posiciones sea psicópata, pero sí
digo que el porcentaje entre ellos es muy superior al 1% general. Y que con
diez ejecutivos, o políticos psicópatas entre mil, ya sería suficiente. Un
pequeño ejército de soldados puede ocupar un país entero.
-¿Qué hacer entonces?
-Lo mejor y lo único que se puede hacer es intentar
comprender. Y la sociedad no lo entiende porque la psicopatía es diferente. No
hay patrones, como pasa, por ejemplo, con la esquizofrenia. Pasan años antes de
identificar a un psicópata.
-¿Se puede curar?
-No. No tenemos procedimiento alguno para curar porque no
hay nada que curar. Es un comportamiento con anomalías neurológicas. Pero no
hay pacientes que pidan ayuda, que sufran. El problema lo tienen los demás.
Ellos están perfectos, y se sienten perfectos. Nunca podrán sentir empatía,
ponerse en el lugar de otra persona, tener sentimientos hacia alguien. Ni
siquiera por los seres más próximos, padres, hermanos, pareja, hijos... Los
psicópatas no tienen emociones, y no es posible enseñárselas.
Robert Hare.
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