domingo, 24 de junio de 2012

ACCIÓN O REACCIÓN.

Debido a nuestra ignorancia reaccionamos constantemente de manera que nos dañamos o dañamos a los demás. Pero cuando surge la sabiduría —la sabiduría de observar la realidad tal y como es— desaparece el hábito de reaccionar. Cuando dejamos de reaccionar ciegamente, somos capaces de realizar actos verdaderos, actos que emanan de una mente equilibrada, una mente que ve y comprende la verdad. Una acción así sólo puede ser positiva, creativa, capaz de ayudarnos a nosotros y a los demás.

Intentamos mantener la atención en la respiración el mayor tiempo posible. Esto no es un ejercicio de respiración porque no intentamos regularla; la observamos tal y como es, de forma natural, tal y como entra, tal y como sale. De esta manera, aumentamos la serenidad de la mente para que no se deje arrastrar por negatividades intensas; al mismo tiempo, vamos concentrándola y haciéndola más aguda, más penetrante, más capaz de trabajar internamente.

Es algo que puede ser practicado por todos y cada uno de nosotros. Todos enfrentamos el problema del sufrimiento. Es una enfermedad universal que requiere un remedio universal, no un remedio sectario. Cuando sentimos ira, no es una ira budista, una ira hinduista, o una ira cristiana. La ira es ira. Si como resultado de esa ira nos sentimos agitados, no es una agitación cristiana, judía o musulmana.

 La enfermedad es universal. El remedio debe también ser universal.

 S. N. Goenka.

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