martes, 17 de marzo de 2015

ANÉCDOTAS.

Durante seis años dejé de pagar mis impuestos como votante. Por este hecho pasé una noche en la cárcel y mientras miraba las paredes de piedra sólida, la puerta de madera y de hierro y las ventanas cruzadas por barras de acero, no pude dejar de impresionarme por la estupidez de esa institución que me trataba como si fuera un paquete de carne, sangre y huesos que debía ser encerrado bajo llaves... 
En momento alguno me sentí confinado, y aquellos muros me parecieron un gran mal gasto de piedras y mortero... En cada amenaza y en cada cumplido saltaba el desatino; pues creían que mi mayor deseo era el hallarme del otro lado del muro. Y no podía dejar de sonreírme al ver con qué diligencia y cuidado me cerraban la puerta cuando me enfrascaba en mis meditaciones, que los seguían afuera sin problema ni dificultad, no siendo sino ellos todo lo que allí era peligroso. 
Vi que el Estado tenía pocas luces y que no era capaz de distinguir amigo de enemigo, de manera que le perdí el resto del respeto que aún me quedaba y le compadecí.

Henry David Thoreau.

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