La figura del policía ha sufrido diversas transformaciones a lo largo de su historia, aunque conservando una función común: proteger los intereses económicos de la clase dominante.
El término “policía” deriva de “polis”, la palabra griega para “ciudad”, pero su uso moderno data del siglo XVIII y la “politeia”, un concepto para designar lo relativo al buen orden del Estado-nación y los deberes cívicos de quienes lo integran.
Sin embargo, todos los conceptos utilizados para formular la función de la fuerza de policía fueron acuñados ad hoc para preservar intereses de la clase dominante, y no tanto para controlar a los “malos” ciudadanos.
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