lunes, 12 de marzo de 2018
PATRAÑAS
Lo primero que llama la atención del impacto de los aviones contra las Torres Gemelas es, además de la precisión con que hacen diana, la facilidad con que penetran en la estructura de acero reforzado y hormigón de las mismas, así como que los aviones no exploten al contacto con la fachada de las WTC 1 y 2 y sí lo hagan en su interior.
Las Torres Gemelas tenían una distribución de acero para la que se utilizaron cuarenta y siete vigas centrales a las que se les añadió un revestimiento de hormigón, mientras que para la fachada se usaron doscientas treinta y seis barras de acero en forma tubular resistente a cualquier adversidad (climatológica o de impacto). Argumentar falazmente que un avión de cien toneladas a 700 km/h es capaz de pasar como una cuchilla ese tipo de edificio y con una aerodinámica perfecta no se sostiene de ninguna manera.
Los aviones comerciales de pasajeros tipo Boeing, como los que se estrellaron contra las torres gemelas, están hechos de aluminio, su fuselaje es una estructura ligera y el mayor peso del aparato se localiza en las alas (donde se encuentran los motores y el combustible).
Lo que nos han contado desde el oficialismo es pura ciencia-ficción. Se han realizado ensayos con objetos similares en tamaño y a una velocidad pareja impactando contra soportes de acero y los resultados no habrían dejado lugar a la duda en el caso del choque de los aviones contra las WTC: las alas se caerían por la brutal energía cinética del impacto sin poder romper la oposición que ejerce el acero, mientras que los motores se quedarían incrustados en la fachada mismo y el fuselaje sería un montón de chatarra que se iría hacia el asfalto neoyorkino, a los pies de las Torres. Lo que nos han contado los cuenta-cuentos oficiales son milongas paracientíficas.
Berlinconfixencial. Blog.
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