La física cuántica sostiene que las partículas subatómicas están vinculados por un entrelazamiento cuántico, el cual implementa una transmisión de información a distancia que podemos imaginar como un internet Wi-FI entre los bloques fundacionales de la materia que existe en todo el universo, pero que no sólo permite la transmisión de información sino que hace que las partículas subatómicas reaccionen instantáneamente a la información que recibe otra patícula con la que estuvo en contacto.
Esto sugiere que es imposible estar desconectados de lo que le sucede a algo con lo que alguna vez hemos estado conectados. Podemos llevar esta conexión cuántica, metafóricamente, a una escala biológica, aunque la ciencia sostiene que las propiedades “fantasmagóricas” del mundo cuántico se desdibujan al llegar al mundo marcoscópico; después de todo inexorablemente estamos formados por estas partículas que están conectadas con todas las partículas del universo.
Y como sugieren las meditaciones budistas, todos los seres vivos del planeta forman parte de un ecosistema de interconciencia, donde, aunque las conexiones sean más o menos débiles, inevitablemente compartimos un estado.
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