Esta es la gran impostura, la madre de todas las imposturas, el dogma básico que subyace al discurso de la dominación:
Creer que el ser humano es el arquetipo viril que ha sido y es protagonista de nuestra historia patriarcal, una historia de guerra entre los sexos, de dominación, esclavitud, sufrimiento humano y saqueo. Creer que somos esto, que las criaturas humanas tienen un tánatos innato, que nuestr@s hij@s son tiran@s, vag@s y perezos@s, que la letra sólo con sangre entra, y que la paz de los sexos es sólo posible mediante un pacto de sometimiento a una regulación artificial.
Casilda Rodrigáñez.
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