martes, 28 de junio de 2011

INFORME.

En las frías montañas del noroeste de Suecia, donde el invierno es una oscura noche de ventisca que se alarga durante meses, vive un superviviente nato. Un campeón de la longevidad que ha sido capaz de soportar los rigores del clima subártico durante casi diez milenios y que sigue en pie con buena salud. Un ser vivo extraordinario con un aspecto nada particular; si se diesen un paseo por el bosque donde habita, no lo reconocerían. No verían más que un abeto rojo de unos cuatro metros de altura que no se diferencia en mucho de los jóvenes vecinos que le rodean. Pero, ya saben, las apariencias engañan. Bajo tierra es donde hay que buscar su secreto de la eterna juventud: un sistema de raíces que llevan vivas 9.550 años y que han tenido la capacidad de levantar sucesivos troncos, de una expectativa de vida de unos 600 años, que han ido relevándose en su imprescindible tarea fotosintetizadora.

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