Alguien le dijo a Chuang Tzu: “Cuando venía por el camino, he visto un árbol enorme, de los que llaman árboles inservibles. Su tronco está tan retorcido y tan lleno de nudos, que nadie podría sacar una tabla recta de su madera y sus ramas no se pueden cortar en forma alguna que sirvan para algo. Ni un solo carpintero se dignaría a mirarlo. ¿Te has fijado en él?”
Chuang Tzu respondió: “Si, lo conozco y lo he visto, está a un lado del camino”.
El interlocutor prosiguió: “Pues tus enseñanzas son como este árbol, grandes e inútiles”.
A lo que Chuang Tzu respondió sin darse por aludido: “Ese árbol permanece solitario en tierras áridas y siempre que quieras puedes pasear apaciblemente por debajo de él y tumbarte a descansar bajo su sombra, porque no peligra su vida, nadie lo cortará nunca, porque a ningún carpintero le sirve. ¿Aún te parece un árbol inútil?. Si es así, eres tú el que deberías preocuparte por tu vida”.
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