jueves, 30 de junio de 2011

NOTICIA

Una de las dos premisas principales de la visión moderna del mundo y sus paradigmas académicos consiste en que todos los beneficios, y por lo tanto nuestro bienestar y riqueza real, derivan del mundo hecho por el hombre; esto significa, en realidad, que son el producto de la ciencia, la tecnología y la industria y del desarrollo económico que éstas posibilitan.

De tal modo, la salud es considerada como algo que se reparte en los hospitales, o al menos a través de los profesionales de la Medicina, respaldados por los últimos avances tecnológicos y novísimos fármacos.

La educación es vista como un producto que puede adquirirse en colegios y universidades.

La ley y el orden, más que ser rasgos naturales de las sociedades humanas, son en cambio proporcionadas por nuestros cuerpos policiales, junto con las cortes de justicia y el sistema penitenciario.

Aun la sociedad es vista como un producto humano, puesto en práctica mediante el "Contrato Social".

No ha de sorprendernos que la riqueza de un país se mida según el producto nacional bruto (PNB) per cápita, que proporciona un vago indicio de su habilidad para ofrecer a sus ciudadanos la mayor gama de productos hecha por el hombre, principio éste que la economía moderna refleja con fidelidad.

Los inestimables beneficios aportados por el normal funcionamiento de la Biosfera tales como un clima propicio y estable, suelo fértil y agua limpia, sin los cuales la vida en este planeta sería imposible resultan totalmente ignorados y no se les asigna valor alguno. De esto se desprende que la privación de tales beneficios no puede considerarse un "coste" y, por lo tanto, los sistemas naturales que los proporcionan pueden ser destruídos con total impunidad económica.

Edward Godsmith

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